Nº 4. Año 2009 ISSN: 1887-2174
ALAXARCH
Revista de estudios de La Manchuela



APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LOS ARCOS CONMEMORATIVOS EN LA PROVINCIA DE ALBACETE: EL ARCO DE SAN ANTÓN (CASAS DE VES)


José Luis Valiente Pelayo


Co-director de Alaxarch. Revista de estudios de La Manchuela

Al hablar de la arquitectura en nuestra comarca y aun en toda la provincia, solemos referirnos a las iglesias, castillos, ermitas y todo un sinfín de edificios que variados que dan una impronta especial al pueblo en el que dicho monumento se halla. Y así, solemos dejar pasar por alto otra serie de construcciones más modestas que, pese a su sencillez, no desmerecen en absoluto a aquellas otras.

Uno de estos ejemplos de arquitectura más modesta pero no menos grabada en el corazón de los casadevesanos es, como no podía ser de otra forma, lo que viene siendo conocido como arco de San Antonio.

El arco de San Antonio marca la entrada al pueblo de Casas de Ves por el suroeste, lugar donde confluyen las carreteras CM-3207, que viene desde Alborea y la B-16, que llega desde Alcalá del Júcar pasando por Zulema. Una vez cruzado el arco, nos introducimos en la calle San Antonio. Asimismo, próxima a esta entrada se encuentra la ermita de San Antonio. Esta ermita fue erigida, según don Eladio León, allá por 1748, conservándose unas pinturas en la cúpula realizadas en aquél mismo año.

En realidad, este tipo de arcos son muy antiguos. Se comenzaron a construir por los pueblos de la Italia primitiva, siendo erigidos en las vías que recorrían las procesiones y cortejos. Eran construidos en madera y con muy diferentes adornos, destacando las palmas y las trompas. Al estar realizados en madera, eran construcciones totalmente eventuales. A finales de la República, Roma decide adaptar este tipo de construcciones pero realizándolos ya en piedra, con lo cual les aseguraba una larga pervivencia y, a la vez, entraba a formar parte de la urbanística de la ciudad. Hoy en día ya no queda ninguno anterior al del emperador Tito, sin embargo, sabemos por la numismática que en época del emperador Augusto ya se habían levantado arcos honoríficos de proporciones monumentales.

Uno de los arcos más antiguos en aquél país, es el Arco de Augusto, en Rímini. Fue consagrado al emperador Augusto por parte del Senado romano en el año 27 antes de Cristo y marcaba el fin de la Vía Flaminia.

En la Península Ibérica, como parte del imperio romano, también se construyeron arcos de este tipo. El más antiguo de los que se tienen noticias es el de Ianus Augustus, correspondiente al año 2 antes de Cristo y que marcaba la entrada de la Vía Augusta en la Bética. El más famoso de nuestro país es, evidentemente, el arco de Trajano, en Mérida. Todavía hoy no se sabe con seguridad si se trata de un arco exento o de una enorme puerta divisoria de la ciudad. El resto de arcos españoles conservados de aquella época se encuentran en descampados, sobre algún tipo de vía o sobre puentes; aunque contamos con algunos como el de Cabanes, Medinaceli o Bará entre otros, destaca sobre todos ellos el que aparece sobre el puente de Alcántara y que fue dedicado al emperador Trajano.

Con la caída del imperio romano, y la llegada de los pueblos germánicos, se asistió a un progresivo deterioro y abandono de las técnicas constructivas edilicias que habían prosperado durante el apogeo del imperio. Este colapso de la civilización urbana conllevó que la arquitectura sufriera un gran retroceso.

Muy posteriormente, con el gótico, el urbanismo adquiere una gran importancia, ya que se asiste al auge de las ciudades. No obstante, al ser una época insegura, la arquitectura militar también tiene un gran desarrollo y, entre sus características, los muros que rodean las ciudades y por lo tanto puertas para entrar en ellas.

En los siglos XIX y XX muchas ciudades volvieron a erigir arcos triunfales u honoríficos para festejar a algún monarca cuando éste visitaba la localidad. La provincia de Albacete no iba a ser menos en la construcción de estos arcos edificados para celebrar alguna visita real o conmemorar algún magno acontecimiento. Sabemos que la capital de nuestra provincia erigió arcos para recibir al monarca Alfonso XII cuando éste, en 1877, visitó la ciudad. Estaban formados por arcadas de diferentes tipos, tales como arcos apuntados, de medio punto, de herradura, etc. Todos ellos fueron decorados de alguna u otra forma, destacando los adornados con elementos fitomorfos, tales como plantas y hojas, a los cuales se les añadían dedicatorias al monarca, así como inscripciones referentes al Ayuntamiento de Albacete. Evidentemente, no podía faltar el escudo heráldico de la provincia y las banderas españolas. Muchos otros adornos venían a rellenar toda esta decoración.

El Ayuntamiento de Albacete, como agradecimiento a Su Majestad Alfonso XII por haber visitado la ciudad, tan solo tres años después, el 23 de enero de 1880, inauguró el Palacio de la Diputación en recuerdo de tan egregia visita.

 

 

 

El último arco construido en nuestra provincia, en honor a un Borbón, se levantó nuevamente en la capital para celebrar la visita del rey don Alfonso XIII cuanto el monarca contaba tan solo con 18 años.

La visita tuvo lugar el 15 de abril de 1905 y la ciudad se engalanó para la ocasión. Los carruajes que llevaban tanto al monarca como a su séquito pasaron por la calle Salamanca y desde allí entraron en la calle Gaona. Posteriormente se dirigieron por la calle Mayor y luego a la Diputación Provincial. Allí se homenajeó al joven rey con un banquete realizado en su honor y al que asistieron las fuerzas vivas del Albacete de entonces y entre los cuales se encontraba don Gabriel Lodares Lossa, alcalde de la ciudad. Se construyeron arcos en varias de las calles de Albacete por donde debía pasar la comitiva.

Como tampoco podía faltar la consabida ceremonia, el rey inauguró el abastecimiento de aguas potables de la ciudad de Albacete.

Sin embargo, tanto los arcos dedicados a Alfonso XIII como a su padre Alfonso XII en la ciudad de Albacete, no fueron los primeros que se construyeron, al menos en nuestra provincia. Efectivamente, con anterioridad a ellos, se construyó un arco en honor de la reina Isabel II, madre y abuela de los dos reyes anteriormente citados.

La reina Isabel II nació en Madrid el 10 de octubre de 1830 y con su nacimiento se creó el problema dinástico que daría lugar a las denominadas Guerras Carlistas. Estas se debieron a que, con la llegada de la dinastía francesa de los Borbones al trono español, se introdujo la Ley Sálica (1713), según la cual las mujeres no podían reinar. Esta ley fue abolida en 1789 y vuelta a imponer por Fernando VII cuando su mujer quedó embarazada. Cuando en 1833 muere el rey, su hija Isabel es proclamada reina de España cuando tan solo contaba tres años de edad. No obstante, amparándose en dicha ley, el que hasta entonces iba a ser el heredero, Carlos María Isidro, no acepta a la pequeña como reina ya que él se consideraba el legítimo sucesor de su hermano. Este problema dinástico desencadenó una auténtica guerra civil que duró siete años y en las que cada bando intentó defender los derechos al trono del hermano de Fernando VII (carlistas) o los de la joven reina (isabelinos).

Como solía ser habitual, numerosísimos pueblos y ciudades a lo largo y ancho del país, decidieron hacer algún tipo de fiesta o celebración para festejar la llegada al trono de tan regia figura. Y Casas de Ves no iba a ser menos.

Así, el 29 de diciembre de 1833, el Ayuntamiento de esta población, decide dedicar los tres últimos días del año a las festividades en honor a su soberana, la pequeña Isabel II, haciéndose así eco de la proclamación de Su Majestad.

El arco que nos ocupa, es una sencilla construcción formada por dos pilares laterales sobre los que apea un arco de medio punto que llega, en su parte central, hasta los 5’65 metros de altura, mientras que su anchura es de 5’90 metros.

La escasa decoración que tiene se concentra en la parte superior, estando conformada por dos pequeñas pilarcillos coronados por otras tantas pirámides, mientras que en el centro aparece el escudo de Casas de Ves.

En realidad, el denominado arco de San Antonio es lo que se conoce en el mundo de la arquitectura como arco honorífico o de triunfo y fue construido en el año 1932, relevando así al original que, construido en piedra y yeso, era de construcción antigua y que debido a esta antigüedad estaba en un estado realmente lastimoso y amenazando ruina. No obstante, en nuestra opinión, lo que debió hundirse es la parte superior del arco por lo que las pilastras actuales, recientemente restauradas por el Ayuntamiento de Casas de Ves para recuperar su aspecto original, son las originales del siglo XIX.

Como no podía ser de otra forma, el ayuntamiento no escatimó en gastos, y montó para la ocasión tres hermosos tablados elegantemente dispuestos.

Según las crónicas, las fiestas “que con tan plausible motivo se han celebrado exceden toda ponderacion, y solo podía dictarlas el impulso de generosidad y adhesion que anima á estos habitantes”, diciendo a continuación que “Los gremios se han distinguido con varios emblemas de sus artes, carros triunfales, y otros festejos alusivos á la agricultura é industria”.

No podían faltar los cortejos y las pompas. Sabemos que para uno de los desfiles se vistió a los niños de primeras letras con vestidos blancos y se les puso una corona de laurel y flores, a los cuales se les subió a una carretela mientras que iban entonando himnos y aclamando a la nueva reina durante la procesión.; esta carretela era un coche de cuatro asientos, con caja poco profunda y con una cubierta o capota plegadiza y que, por tanto, debió pertenecer a alguno de los vecinos principales del pueblo.

Ni que decir tiene que tampoco desaprovecharon la ocasión aquellos vecinos más pudientes para hacer gala de su patriotismo, así como algunas asociaciones que por aquél entonces existían en Casas de Ves. Para ello, unos y otros costearon arcos y colgaduras de flores y cintas, así como vistosas iluminaciones, que dieron al pueblo una gran magnificencia. En ellas aparecían alegorías e inscripciones a la reina y la patria. Como era de esperar, tampoco faltaron poetas locales que versaran los sentimientos de su inquebrantable lealtad a la reina.

Como es fácil suponer, casi todos los actos que se llevaron a cabo por aquellos días tuvieron lugar en el Ayuntamiento y en su plaza. La casa del Ayuntamiento era, al igual que hoy, el edificio civil más noble e importante de toda la población. El permiso para su construcción fue dado por el rey con fecha 6 de febrero de 1775, aprobándose el proyecto del arquitecto Blas Beltrán y estando tasada su construcción en 740.281 reales de vellón, aunque no fue dada la orden de construcción hasta el 20 de mayo de 1785. No obstante, y como forma de abaratar el proyecto, el encargado de llevar a cabo la construcción fue Felipe Motilla. Este arquitecto era maestro arquitecto de las obras del Obispado de Cartagena y trabajó en la práctica totalidad de la comarca ya que vivía en Jorquera. Las obras para levantar el edificio fueron largas ya que no finalizaron hasta 1803 y fue considerado como el mejor edificio de su clase en toda la comarca.

Al igual que hoy, este edificio constaba de dos pisos. En la planta baja se ubicaba la cárcel del pueblo, con una ventana que daba a la plaza. No tan buenas condiciones tenía otro calabozo para aquellos presos que debían estar incomunicados ya que consistía en una pequeña habitación interior sin ventilación y bastante húmeda. En esta misma planta también se ubicaba la casa del comandante del puesto de la Guardia Civil así como la de otros dos guardias y sus familias. También vivía en esta planta el alguacil del pueblo, que hacía a su vez las funciones de portero. En la segunda planta se encontraba el salón de sesiones, así como las oficinas del Ayuntamiento y su archivo. De la misma forma, también estaban aquí la habitación del Juzgado Municipal, más habitaciones para los guardias civiles, y una espaciosa cámara que era usada para guardar el trigo del Pósito.

Mención aparte merecen las escuelas. Tanto la de niños como la de niñas estaban también en el edificio del Ayuntamiento, aunque en pisos separados. La escuela de niños estaba en la parte noble del edificio, es decir, en la primera planta. El maestro cobraba unos 2.500 reales de la Administración más dos cuartos que tenían que pagar cada alumno a la semana. En cambio, el aula de las chicas, estaba en la planta baja y, como curiosidad, podemos decir que las niñas eran mayoría con respecto a los chicos pero, sin embargo, su aula era tan pequeña que solo medía 13’6 x 3’50 mts. Mientras que su profesora, por mayor trabajo que el maestro ya que tenía mayor número de alumnas, tan solo cobraba 700 reales.

La corporación municipal

no escatimó en gastos y cubrió los cuatro balcones que tenía el edificio conformando una especie de tiendas realizadas con hermosas telas de tafetán carmesí. En los frisos de cada uno de ellos, colgó un medallón alusivo a la agricultura, la industria y el comercio. En medio de todo ello se colocó una rica corona de la cual descendía un pabellón de damasco carmesí y, bajo él, los retratos de la reina y de su augusta madre, al cual se le añadía una leyenda en letras de oro que rezaba así: “A ISABEL II, REINA DE ESPAÑA”.

Para dar mayor empaque a esta rica fachada, se colocaron un gran número de luces y bombas, así como vasos de colores. Todo ello conformaba un sorprendente espectáculo. No obstante, y según las crónicas, el gasto de adornar la fachada principal del ayuntamiento no fue obra de la corporación municipal, sino que corrió a cargo de don Josef María Marchamalo, el cual la adornó a sus expensas, haciendo así gala de su acendrado patriotismo.

Y como no se podía excluir a nadie de semejantes fastos, durante aquellos tres días, el ayuntamiento obsequió a los presos de la cárcel del pueblo con una abundante comida.

El ayuntamiento, tuvo la satisfacción de que entre tanto fasto y fiesta, sus ciudadanos demostrasen su carácter pacífico y amante del orden público, ya que no hay constancia de que hubiese ningún tipo de altercado.

Para colofón final a estos tres días de fiestas y boato, y para dejar constancia duradera de su inquebrantable lealtad a la monarquía en general, y a Isabel II en particular, el ayuntamiento, “para memoria perpetua de este suceso hizo levantar en union con el alcalde mayor frente al nuevo camino de Madrid un sencillo y gracioso arco de sillería y mamposteria, que servirá de no pequeño ornato á este pueblo.”. Y estas fueron las magnas fiestas que dieron lugar a la construcción del arco de San Antonio, allá por aquellas lejanas fechas de 1833.

APÉNDICE DOCUMENTAL

Noticia sobre los festejos desarrollados en Casas de Ves para celebrar la proclamación de S.M. la Reina Isabel II

BOE (Boletín Oficial del Estado) 15-2-1834

Casas de Ves: 3 de Enero: El 29 del pasado verificó este ayuntamiento la proclamacion de S.M. la REINA nuestra Señora en tres hermosos tablados elegantemente dispuestos; y para memoria perpetua de este suceso hizo levantar en union con el alcalde mayor frente al nuevo camino de Madrid un sencillo y gracioso arco de sillería y mamposteria, que servirá de no pequeño ornato á este pueblo.

Las fiestas que con tan plausible motivo se han celebrado exceden toda ponderacion, y solo podía dictarlas el impulso de generosidad y adhesion que anima á estos habitantes. Los gremios se han distinguido con varios emblemas de sus artes, carros triunfales, y otros festejos alusivos á la agricultura é industria. En una carretela iban los niños de primeras letras, particularmente los que obtuvieron los últimos premios, vestidos de blanco y coronados de laurel y flores, entonando himnos y aclamando á ISABEL II. Varios particulares y corporaciones costearon arcos, colgaduras y vistosas iluminaciones, manifestando con alegorías, inscripciones y versos los sentimientos de su acendrada lealtad.

Entre los adornos con que se señalaron las autoridades, cuerpos y vecinos del pueblo, sobresalia la fachada principal de las casas consistoriales por su gusto y sencillez. Veíanse sus cuatro balcones vestidos de hermosas tiendas de tafetan carmesí, y en cada uno de sus frisos un medallon alusivo á la agricultura, industria y comercio.en medio se hallaba colocada una rica corona, de la que descendia un pabellon de damasco carmesí, bajo el cual aparecían los retratos de S.M. la REINA y de su agusta Madre con esta leyenda en letras de oro: A ISABEL II, REINA DE ESPAÑA. Esta hermosa fachada, en la que habia un gran número de luces, bombas y vasos de colores, formaba un sorpendente espectáculo, y recomendaba el patriotismo de D. Josef Maria Marchamalo que la adornó á sus expensas.

En los tres días dio el ayuntamiento una abundante comida á los presos de la cárcel, y tuvo la satisfaccion de que sus subordinados no desmintiesen, en medio de tan general alegria, su carácter pacifico y amante del orden público”

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  Valiente Pelayo, J.L. (2009), Aproximación al estudio de los arcos conmemorativos en la provincia de Albacete: el Arco de San Antón (Casas de Ves) en Alaxarch. Revista de estudios de la Manchuela, documento en línea.

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